viernes, 24 de octubre de 2008

El Tablón, por Juan Butvilofsky

Que lindo era cerrar los ojos de noche, cuando te deban la orden, para abrirlos al otro día, temprano en la mañana... Era cuestión de segundos. Uno hasta podía elegir qué soñar, o al menos dar el consciente puntapié inicial para que el inconsciente infante hiciera el resto con gracia... Mi abuela Inés calentaba un ladrillo. Mi abuelo "Chilo" llenaba su bolsa azul de goma con agua caliente. Y por último, después de clausurar la puerta del frentecon una cadena, transformaban a un sillón del living en mi mullida cama... Apenas cerraba los ojos me subía a una bicicleta, pedaleaba unos cincuenta metros, enfrentaba a un precipicio, pero no frenaba: me dejaba caer, aferrado a mi bici, porque mi máquina, rodado dieciséis, flotaba... Así me adentraba en el sueño profundo, liviano, con el sol de frente, con alas... Cada vez que me siento agobiado por la realidad que nos marca el lomo con su látigo amarillo, los medios de comunicación vernáculos, me digo que toda esta basura es parte de la inercia cotidiana. Supongo que siempre fue así, y que ahora simplemente hay más cámaras. Confío en los pibes que hoy tienen veinte y en su evolucionada manera de comunicarse. Me alegro por haber entendido a tiempo que mi vida y la coyuntura que me sorprende son los únicos espejos en los cuales debo mirarme. Me perdono; antes sólo me cuestionaba. Y cuento todo lo que proceso sin temor al qué dirán. Enterré esa vergüenza cuando descubrí como me liberaba, y a cuantos otros estaba ayudando a gritar penurias, mochilas que ahora no están tan cargadas... Por convicción, voy a creerme que Carlos Bianchi decidió dejar a un costado de su ego a las diferencias que lo separaban de Julio Humberto Grondona, y le voy a dar un crédito más al mandamás de la A.F.A., para que afronte sus últimos días en el sillón con la ética que hace tres décadas se le reclama. También voy a entender a los futbolistas que no sienten al fútbol como lo siento yo, y que hacen lo que hacen sólo porque les deja plata, y no voy a rogarle más al espectador criollo que se comporte como uno suizo, siempre y cuando no se pase de la raya... Voy a dejar de lado al tremendismo, y voy a insistir con el permiso, el perdón y el gracias... Ayer decidí, aunque me vean como a un estúpido, que no todo está tan mal, que todos somos responsables de lo bueno y lo malo, de todo lo que nos pasa, y que de verdad todo este despropósito se puede encausar, aunque estemos esquivando balas... Así no podía seguir; necesito flotar; con una bicicleta no alcanza...
Juan Butvilofsky
Deportes
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El Tablón / www.tablonargentino.com