miércoles, 27 de junio de 2007

El Tablón, por Juan Butvilofsky

Dijo Claudio Stábile, el policía que estuvo a cargo del operativo de seguridad diseñado para el duelo entre Chicago y Tigre: “El operativo no falló; fallaron los alambrados” (risas). Dijo alguna vez Julio Humberto Grondona: “Todo pasa” (risas). Digo yo: “Todo pasa, menos Julio Humberto Grondona” (¿risas?)... A Marcelo Cejas no lo mató un misil, hoy piedra, ayer bengala; el hincha de Tigre fue otra víctima de la nefasta dirigencia argentina. El ministerio de Interior es cómplice de la barbarie por tener entre sus filas a un fabulador como Stábile. La Policía, por inoperante, en el mejor de los casos, también es responsable. A nosotros, los ciudadanos irascibles, maleducados, también nos corresponde una parte. Pero la dirigencia deportiva, hija no reconocida del dueño y mentor del fútbol argentino contemporáneo, es la que debe gritar hoy la más aguda de las autocríticas. Los directivos que no aplican los castigos estipulados porque son más fanáticos que los mismísimos barras bravas, esos que financian a los delincuentes porque son sus socios y ahora les temen, los que funden instituciones mientras se enriquecen, son los padres de la bestia, también son piedra que parte cabezas. La imagen grotesca del eterno “Mono” Navarro Montoya atravesando en calzoncillos el campo de batalla del club Nueva Chicago fue la más cínica de las síntesis posibles. Nos dejaron desnudos, en cueros, y con el alma destrozada. ¿Se habrá ido alguno aquella vez que se fueron todos?, ¿continuará Julio Humberto Grondona barriendo su basura debajo de la alfombra roja por la que desfila?, ¿todo pasa?... (parece que sí, menos Julio Humberto Grondona). –Dedicado al “Mono” Navarro Montoya, por su inolvidable homenaje a una banana en pijama, y a la familia del alambrado, injustamente imputado-.
Juan Butvilofsky
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