El Tablón, por Juan Butvilofsky

-¿Venís siempre a bailar acá, cachorrita?-, le susurré a Florencia... “Soul Train”, el boliche más caliente de San Martín, ardía, y este columnista, con un acentuado look de época, no dejaba de mover sus piernas... Florencia me volvía loco. La había conocido exactamente tres días atrás, en el “Parque Sarmiento”, mientras festejaba junto con mis compañeros del "Agustiniano" la llegada de la primavera... Esa noche, mi jopo se parecía a un muro de gel brillante, omnipotente, que me sumaba unos seis centímetros. La camisa blanca con rayitas grises y celestes, el vaquero nevado y un flamante par de zapatillas, vírgenes de pisotones, le daban forma a mi vestuario. Era un vendedor de “AFJP” de quince años, envalentonado, hasta que levanté un brazo... Si piensa que me deprimí y regresé a mi casa, presione #1. Si considera que no me hice cargo y continué saltando al lado de Florencia como un tarado, presione #2. Si supone que subí desesperado hasta el tocador, me bañé en “Poett, brisa polar", y bajé a seducir a la joven, usted ha dado en el blanco... Es cierto que los chinos, anfitriones de los próximos juegos olímpicos, son favoritos a quedarse con casi todo. También es verdad que las potencias, por inversión y por desarrollo tecnológico, definitivamente van sumar más medallas que nosotros. Todo eso es irrefutable, tan evidente como lo que el mundo presume y envidia: no abundan deportistas con la convicción y el amor propio que, en las buenas y en las malas, ostentan los nuestros, los talentosos guerreros criollos... Sea cual fuere la ubicación que obtengamos en el medallero, más allá del balance final, que nadie dude de que la delegación argentina va a jugarse la piel y va a dar pelea, porque la fe mueve montañas, o te hace correr como un desaforado hasta un baño en busca del “Poett, brisa polar”...
Juan Butvilofsky
Deportes
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