martes, 10 de abril de 2007

Biodiesel, un nuevo engaño

En la Argentina las consecuencias del complejo sojero ya se muestran en toda su perversidad. Mientras las retenciones sobre estas exportaciones inflan las arcas del gobierno en una aparente bonanza, son cada vez más las tierras que pasan a manos de unos pocos. En el país de las cosechas récord, el monocultivo de la soja ha destruido la diversidad y amenaza nuestra soberanía alimentaria. Los trabajadores, la flora, la fauna, los suelos, los recursos hídricos y la salud se han convertido en "daños colaterales" de un modelo agropecuario que se muestra como expulsor de mano de obra e impacta, irreversiblemente, sobre el ambiente y la salud de los trabajadores y el pueblo.
Las pérdidas de establecimientos agropecuarios en la Argentina desde el año 1988, han tenido una merma del 24,5%. A su vez, en poco más de una década, la extensión de las tierras cultivables se incrementó en un 150%, al tiempo que el número de habitantes permanentes se redujo en un 40%. Los 936 terratenientes más poderosos poseen 35,5 millones de hectáreas mientras que en el otro extremo 137.021 agricultores poseen 2,8 millones. ¿Dónde fueron a parar estos compañeros trabajadores del campo y hacia dónde fluyó la transferencia de capitales? Es más que evidente. Tomando solamente los datos del número de parcelas de cultivo, éstos nos indican que se perdieron al menos 240.000 empleos rurales, afectando a más de 400.000 habitantes y produciendo una significativa concentración de tierras en manos de capitales societarios.
Según los mismos datos, estos empleos no se corresponden a desplazamientos internos hacia terrenos productivos de mayor escala; ya que la población neta, para la totalidad de la población rural, disminuyó en 265.000 habitantes. (Fuente: INDEC - Censo Agropecuario 2002)

Soja veo, soja quiero

Pero pese a todas las campañas, "Soja Solidaria", "Sojola con Omega 4", "2ª Revolución Verde", "Motor de la Economía" y otras linduras por el estilo, los números se presentan tan contundentes, que el gobierno y las multinacionales ya no pueden negar la realidad. No les queda más remedio que travestizarlas con una nueva panacea. Ya no se trata del "alimento para todos", ahora la excusa para continuar con el modelo es, la "energía del futuro": el biodiesel. Un nuevo chupetín que seguramente permitirá al aparato científico - tecnológico desarrollar algún gen de resistencia al congelamiento, para poder extender los cultivos de soja a las zonas glaciares y así abastecer al mercado mundial. Todo sea por mantener "tasas sostenidas de crecimiento"; algo que desde el punto de vista ambiental y ecológico es totalmente inviable.

Así ganan las multinacionales

En el país de las cosechas récord, el monocultivo de la soja ligado al complejo tecnológico - del cual los principales ganadores han sido Monsanto y unas pocas familias ricas - ha destruido el tejido social, la diversidad de cultivos, la soberanía alimentaria del pueblo y además ha producido desertificación, agotamiento de los recursos hídricos, contaminación y la desaparición progresiva de la flora y fauna locales, al punto de convertir nuestros campos en un verdadero desierto verde propio de un cuento de ciencia-ficción.
Fuente: www.argenpress.info